Los días de lluvia me sacan las lágrimas, me retan, me ahogan tan dulcemente que sonrío mientras lloro, me obligan a recordar, a recordar momentos que una vez fueron felices, pero que ahora que los pienso ya no lo son tanto. Y me pregunto que es lo que estamos haciendo, pero desvío mi pensamiento en cualquier otra dirección, no se lo merece, ni siquiera esto.
Miro por la ventana, aún llueve, y ahora con mucha más fuerza. No me vendría mal un abrazo, uno de esos en los que te quedas. O dos. La lluvia trae con ella inmensas ganas de afecto, de mimos, me deja desnuda e indefensa.
Pero esta noche está el aquí, para hacerme la cena y acurrucarse conmigo en la esquina del sofá, para ver una de esas pelis que aburren, pero me abraza y yo solo sonrío.
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